Tras descansar y recuperar fuerzas, decidimos pasar un día más en Punta Arenas para conocerla y después retomar el camino. El día amaneció nublado, por la mañana aprovechamos para cambiar dinero, de pesos argentinos a pesos chilenos, que para quién no lo sepa un euro es como 717,4267 pesos chilenos, las cantidades asustan en un principio, el aparcamiento de la calle te cuesta 300 pesos chilenos la hora, aún estamos trastornados con los euros, veías los escaparates y menuda impresión, una camiseta 25000. Aquí os muestro los billetes y un detalle de uno de ellos.
Después de comer, sin siesta ni nada fuimos a dar una vuelta por la ciudad andando, al poco rato se puso a llover. Pero aquí podéis ver detalles de la ciudad, arquítectura y mobiliario.
También vimos uno de los museos más importantes de la ciudad, la casa Brown. Era impresionante, los lujos de esa casa y lo bonitos que eran los detalles, bajamos también a la planta de abajo que es dónde vivían los sirvientes. Aquí tenéis la sala de juego y la cocina.
Después buscamos una cafetería para tomar algo caliente, me pedí un chocolate, ya que por aquí los cafés descafeinados no se conocen y la verdad es que fue lo mejor podia haber hecho, estaba riquísimo, solo eche en falta unos churritos.
Después volvimos a casa y estuvimos charlando con el matrimonio del hostal, una pareja ya de 80 años de edad, Don Edison nos contó miles de historias de su juventud, de su vida de gaucho, sus avistamientos de ovnis, nos cantó y recitó poemas dedicados a su mujer, a su perro fiel compañero y derramó algunas lágrimas poniéndole una ilusión a la vida envidiable. Fue un final de tarde de esos para no olvidar. Tomamos infusiones y mermelada de ruibarbo con pan tierno y matequilla.
Dedicadas: estas dos van dedicadas una a mi abuela, me acorde mucho de ella ya que había muchísimas tiendas de lanas y la otra va dedicada a Noelia mi elfa, otra adquisición, no es lo que parece, es la lotería que se llama así.
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